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La literatura, un recurso para superar la anorexia y volver a mí

Escrito por  06 May 2025

Siempre me gustó leer y escribir, pero nunca imaginé que este interés me ayudaría tanto en mi recuperación. 

La Real Academia Española define la literatura como el arte de la expresión verbal. Me quedé pensando en esa definición y cómo la ausencia de expresión verbal podía colarse por algún recoveco del cuerpo y del alma de una persona (que, por sus propias características, era susceptible) y llegar a enquistarse al interactuar con factores de distinta índole, dando lugar meses o años después a un trastorno alimentario, que no a un trastorno de conducta alimentaria. Esto de enfocarnos únicamente en la conducta alimentaria puede ser muy limitante para hacer frente a una enfermedad de tal magnitud. 

 

¿Cómo la literatura puede convertirse en una poderosa herramienta en la recuperación?, quizá si la concebimos como una manta cálida, liviana, capaz de arropar a un cuerpo y un alma helados y amordazados en el tiempo y en el espacio, permitiéndonos a través de ella trascender del discurso narrativo y contarnos experiencias que muchas veces se caracterizan por emociones incómodas como el enfado, el miedo, la tristeza, la culpa, la vergüenza o la soledad. Desde ahí, desde una mirada tan literaria como compasiva, podemos ser espectadores y tratar de ordenar aquello que fuimos y eso que sucedió. Podemos indagar en nosotros mismos, a través de una gama amplia de personajes, por qué actuamos de una forma u otra ante una situación (por qué luchamos, o quizá huimos, o bien nos paralizamos, o puede que nos sometamos). Y preguntarnos si los fantasmas del pasado cobran aún vida en el poder que les cedemos en el presente, deteriorándolo, alejando también la ilusión y los sueños en el futuro. 

 

No puedo separar mi yo de mi historia de vida; sin embargo, puedo dotarla de significado. 

 

Ortega y Gasset, escribió en el año 1914: “Yo soy yo y mi circunstancia; si no la salvo a ella, no me salvo yo”. ¿Qué relación podrían tener estas palabras con lo hasta ahora escrito?

Me gusta especialmente como se explica el significado de esta frase en la voz de Maite Larrauri, profesora de filosofía, quien señala que la vida se conforma de yo + circunstancia y puntúa: “no puedo separar el medio en el que vivo de mi yo porque todo forma un conjunto”. Es decir, no puedo separar mi yo de mi historia de vida; sin embargo, puedo dotarla de significado. Introducir las palabras adecuadas en medio del silencio implicaría una liberación, porque le encuentro un sentido. Esto que puede parecer complicado puede entenderse a través del mito de la caverna de Platón. Quisiera retomar éste a través de la serie televisiva Merlí, representado dicho personaje por el actor Frances Orella: 

 

Cuenta que hay una cueva con hombres atados por el cuello y por los pies desde hace mucho tiempo. (Los trastornos alimentarios no aparecen de la noche a la mañana, se van gestando, de ahí que también la recuperación será un arte como lo es la literatura e implicará paciencia). Estos prisioneros solo pueden mirar hacia adelante. Detrás de ellos hay un muro y, más allá del muro, un fuego encendido. Los hombres que mantienen el fuego mueven unas figuras por encima del muro que se proyectan en la pared de la cueva y los prisioneros piensan que las sombras que ven reflejadas son la realidad, porque es lo único que pueden ver. Esa realidad que se proyecta en la pared de la cueva también se proyecta en las personas afectas por un trastorno alimentario en la pared del alma y nace fruto de una elevada carga emocional donde los recuerdos navegan sin orden y se depositan bruscamente cada vez que una persona imagina, toca o ve su cuerpo. Aunado a ello, hay creencias, pensamientos y valores que deambulan en un tiempo y espacio confuso, generando un gran sufrimiento. Uno de los hombres consigue liberarse de las cadenas y sale al exterior de la cueva; el sol le ciega los ojos, pero poco a poco se acostumbra a la luz y descubre que la realidad es la del exterior y no las sombras de la cueva. Ésto podría revelar la recuperación en trastornos alimentarios, que alguna vez yo definí como la capacidad de darse cuenta en algún momento, fruto a la vez de muchos momentos y dadas las turbulencias del espíritu, que la clave no anida en luchar contra un trastorno alimentario, sino en escucharle. Entonces la recuperación se va dando, echa raíces paciente y curiosa y sostiene compasiva a quien con el tiempo regresa así y a una vida que ya no pesa y delata a un cuerpo que ya no grita, pues han cicatrizado las heridas más profundas del alma. En palabras de la autora mexicana Rosario Castellanos en su obra Mujer que sabe latín: “Hubo un instante, hubo una decisión, hubo un acto en el que alcanzó a conciliar su conducta con sus apetencias más secretas, con sus estructuras más verdaderas, con su última sustancia, y en esa conciliación, su existencia se insertó en el punto que le corresponde en el universo, evidenciándose como necesaria y resplandeciendo de sentido, expresividad y hermosura”.

 

La clave de la recuperación no anida en luchar contra un trastorno alimentario sino en escucharle.

 

Y finaliza el mito de la caverna en esa serie televisiva con un “yo te sacaré de la caverna”, algo precioso, ya que creo firmemente que, con indiferencia de la profesión que desempeñemos, todos podemos contribuir a ayudar a las personas a sanar si transcendemos el conocimiento y las habilidades que cada uno de nosotros podamos tener, y de la mano de éstas cultivamos la amabilidad que irradia con fuerza a través de la escritura y no envuelve con humildad a través de sus páginas si logramos conectar y sumergirnos en lo más profundo de nosotros. Retomo en este sentido la sabiduría de autoras como Celia Fernández: "A través de la literatura damos voz a los muertos, a aquello que ya no está, y el niño que uno fue habla y el joven que uno fue también comienza a hablar y a pensar, y se da lugar a una teatralización entre el yo de ahora y todos los yo del pasado”. Un diálogo sin precedentes que permite acariciar la mente, el corazón y lo más hondo de las entrañas y entonces, uno puede dejar de poner en el plato y en el cuerpo aquello que fuimos, desnudando el principio del fin, los monstruos mueren y resurge una historia que ya no duele. 

 

Si queréis ampliar la información os dejo esta entrevista que me hizo Manuel Antolín en instagram sobre todo ello. 

 

Imagen de portada de Julio_55 en Pixabay

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María FernándezCasas

Periodista. Psicóloga. Docente universitaria. Escritora. 

Autora del libro "Niños Perdidos". Novela autobiográfica sobre los trastornos alimentarios. 2014. Ed. ViveLibro.

Coescritora del libro "Todo sobre los trastornos de la conducta alimentaria. Una mirada desde la esperanza" 2015, Ed. Altaria.

Corrdinadora de UETCA México.

Facebook Niños perdidos.

Instagram: _mariacasas_

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