Nuestra autoestima está determinada por el grado de satisfacción con aspectos tales como el carácter, las habilidades o el cuerpo.
Cuando somos pequeños, lo que influye en el recorrido de nuestra autoestima son en gran medida los mensajes que recibimos por parte de nuestros padres y familiares, nuestros amigos y el profesorado.
Continuamente estamos recibiendo mensajes que hablan sobre nosotros y lo que podemos o no podemos hacer, lo que valemos o lo que hacemos bien.
Si recibes muchos mensajes positivos sobre ti y tus posibilidades tu autoestima subirá. Si por el contrario, recibes muchos mensajes negativos sobre ti y lo que no puedes hacer, tu autoestima bajará.
A medida que vamos creciendo nos damos cuenta que nuestra autoestima no puede depender de los mensajes de los demás sino de nosotros mismos, de lo que pensamos sobre nosotros y lo que creemos que somos capaces de hacer.
El grado de satisfacción con nuestro cuerpo también influye de manera importante en nuestra autoestima, especialmente en la pubertad y adolescencia.
La mayoría podemos valorar algunas partes de nuestro cuerpo, nos gusta nuestro pelo, el color de nuestros ojos, nuestra piel o la altura. De igual manera podemos no estar contentos o incluso odiar otras partes del cuerpo, en algunos casos, el cuerpo entero.
Hay una fábula llamada "El ciervo en la Fuente", del escritor alavés del S.XVIII Félix María Samaniego que puede hacernos reflexionar acerca de la importancia y el valor que le damos a ciertas partes de nuestro cuerpo. Dice así:
"Un ciervo que pasaba por una fuente de agua, se puso a beber en ella. De pronto vio en el agua su reflejo, al contemplarse pudo deleitarse muy satisfecho de sus grandes cuernos, en cambio le entristecía ver sus piernas tan largas y delgadas.
Mientras miraba su reflejo oyó a lo lejos los gritos de un cazador y los ladridos de varios perros, gracias a sus ágiles piernas consiguió escapar del cazador, pero mientras corría sus cuernos quedaron atrapados entre las ramas y al poco rato llego el cazador y lo atrapo".
La fábula nos muestra una gran lección.
A veces nos deslumbramos con lo hermoso, elegimos lo aparente,
sin darnos cuenta de que la mejor belleza es aquello que nos resulta útil.
Por lo tanto, aquello que te gusta de ti, quizás no sea tan importante y lo que no te gusta tal vez te puede salvar la vida.