Los profesionales de la psicología, psiquiatría, pediatría, enfermería, trabajo social, medicina de familia, endocrinología, ginecología, deporte, nutrición tienen algo en común, y es que todos podrían estar relacionados en el tratamiento de los trastornos alimentarios.
Por eso, es importante que sepan cómo actuar ante un caso o posible caso de un trastorno alimentario.
La prevención secundaria se ocupa de reducir la prevalencia de los TCA, esto es acortar la duración del trastorno y el tiempo que media entre su aparición y búsqueda de tratamiento. Para conseguir esto es importante la formación de profesionales que puedan detectarlos (maestros, profesores, monitores, farmacéuticos, entrenadores, psicólogos escolares). Pedro Ruíz.
En atención primaria, desde el momento en que un niño o adolescente o adulto puede encontrarse en riesgo o presentar un TCA se le debe realizar una entrevista y evaluación o crivado con las pruebas necesarias para su edad.
Cuadro de Detección de casos potenciales en Atención Primaria. M. A. Blanco Fernández. 2014
Los anticonceptivos de la ginecóloga
Imaginemos el caso de una chica con 18 años que llega a su ginecóloga con falta de la regla desde hace 4 meses y con una pérdida de peso importante.
Nos encontramos en ocasiones con pacientes así, que han acudido al ginecólogo por la pérdida de la menstruación, se les han dado medicación para volver a menstruar y no se ha detectado, ni tratado la causa de la amenorrea, que era una alteración alimentaria grave propia del trastorno.
Es muy muy importante la concienciación de los ginecólogos al respecto, ya que pueden detectar los trastornos alimentarios en fases iniciales.
Además del peso, existen otras señales indicativas; estado de ánimo deprimido, hiperactividad, elevada exigencia, rituales con la comida que la persona no tenía antes, evitación de ciertos alimentos.
Si llega un caso como ese, la ginecóloga debería recoger más información con la paciente, y con la familia si es posible. Si tras averiguar más datos sobre el caso tiene la sospecha de que pueda ser un trastorno alimentario, debería derivar el caso a salud mental para que puedan hacer un diagnóstico y comenzar un tratamiento. No sería correcto que le diera medicación, ya que enmascara el cuadro.
Caída libre sin cuerpo
En ocasiones, el médico de atención primaria, valora a una chica o chico con pérdida de peso, con restricción alimentaria, pero con un peso sano. Con lo cual puede interpretarlo como que son cosas de la edad, que no hay que preocuparse, que la familia está demasiado encima. Con lo cual se podría demorar el diagnóstico y el inicio del tratamiento.
Para explicarlo, vamos a utilizar el símil de alguien que se tira de un sexto piso, y el médico mira el suelo y no ve cuerpo, por tanto no hay problema que tratar, pero en ese momento está cayendo y va por el tercer piso. Cuando llegue abajo el golpe será monumental, pero aún no ha llegado al suelo. La recomendación es que no solo mires al suelo, observa también el proceso de caída.
Con el pediatra ocurre lo mismo. Está claro que si una niña está bajando de peso y se niega a comer, algo ocurre. Seguramente esa es la manera que habrá encontrado para manifestar un problema que puede ser intrapsíquico, relacional o ambos. La pediatra debería ir más allá del peso y la negación de comer, debe entender que detrás de esa conducta seguramente hay muchísimo sufrimiento y que debe derivar a ella y su familia a salud mental. En salud mental evaluarán el caso, podrán hacer un diagnóstico y planificar un tratamiento ajustado a las necesidades de esa niña y su familia.
El chico invisible
El diagnóstico masculino, aún suele tardar más. Los trastornos alimentarios no son enfermedades de chicas. Aproximadamente 1 de cada 10 casos es un paciente masculino. Por tanto, un diagnostico precoz es clave para un tratamiento eficaz.
Valoraciones de la endocrina, Elena Dios
Los Trastornos de la conducta alimentaria (TCA) representan la tercera enfermedad crónica más común entre los adolescentes y está entre los tres diagnósticos psiquiátricos más comunes entre las mujeres adolescentes. El retraso en la identificación de los afectados de TCA conduce a una mayor morbilidad debido al retraso en el tratamiento y, por tanto, a un peor pronóstico.
De ahí la importancia de detección precoz por los médicos de Atención Primaria (Médicos de familia o Pediatras) y otras especialidades donde pueden acudir como Ginecología (amenorrea, hirsutismo/lanugo, infertilidad), Digestivo (dispepsia, intolerancias alimentarias, vómitos) o Endocrinología/Nutrición (adolescentes con DM 1, mal control metabólico y pérdida de peso, solicitud de dietas para adolescentes con sobrepeso o normopeso, osteoporosis, desnutrición). Las revisiones odontológicas pueden detectar conductas de riesgo de padecer un TCA tales como los vómitos reiterativos.
De acuerdo con las altas tasas de morbilidad (número de enfermos) y la gravedad de los TCA, junto con las dificultades en el manejo y pronóstico cuando la enfermedad se vuelve crónica, ante cualquier sospecha de TCA debe derivarse de forma precoz a las Unidades de Salud Mental para completar el diagnóstico y actuar de una manera rápida e interdisciplinaria.
Al entrevistar a un paciente con sospecha de TCA, especialmente si es Anorexia Nerviosa (AN), debemos tener en cuenta la falta de conciencia de enfermedad, la tendencia a la negación del trastorno y la escasa motivación de cambio, siendo esto más acusado cuanto más corta es la evolución del trastorno.
Aunque los TCA pueden desarrollarse a cualquier edad, el riesgo es mayor para los hombres y mujeres jóvenes de entre 13 y 17 años de edad.
Valoración de signos y síntomas de alarma característicos:
Signos y síntomas de alarma físicos:
- Pérdida de peso de origen desconocido en jóvenes, sobre todo en las chicas. Un índice de masa corporal (IMC) <18 en un adolescente, nos obliga a descartar la existencia de un cuadro de AN; esto no sucede tanto en la Bulimia Nerviosa (BN), ya que el IMC puede ser normal o incluso elevado.
- Fallo en el crecimiento normal. Retraso de la pubertad
- Irregularidades de la menstruación y/o amenorrea.
- Complicaciones médicas por ejercicio físico abusivo.
- Osteopenia/Osteoporosis en jóvenes.
- Datos de desnutrición, incluyendo mala circulación, mareos, palpitaciones, palidez, hirsutismo o lanugo.
- Hipertrofia parotídea. Callosidades en los nudillos de las manos.
- Desgaste dental atípico (como la erosión)
- Síntomas gastrointestinales inexplicables: intolerancia alimentarias no aclaradas, dolor abdominal que se asocia con vómitos o restricciones en la dieta ( sin justificación diagnóstica)
- Inexplicado desequilibrio electrolítico o hipoglucemia
Signos y síntomas de alarma conductuales:
- Dietas o prácticas de alimentación restrictivas que les preocupan a ellos, a sus familiares/cuidadores o un cambio en el comportamiento alimentario. Ante el inicio de una dieta vegetariana o vegana en un adolescente junto con pérdida de peso nos debe hacer sospechar la existencia de un TCA.
- Problemas para manejar una enfermedad crónica que afecta la dieta, como la diabetes o la enfermedad celíaca.
- Desaparición inmediatamente después de las comidas y encierro en el baño.
- Preocupación desorbitada por temas gastronómicos, ropas y modas.
- Preocupación desproporcionada sobre su peso o forma. Uso de pantalones de forma exclusiva y tendencia a ocultar ciertas partes del cuerpo.
- Retraimiento de amistades y compañeros.
- Aumento de actividades “útiles” y horas de estudio particularmente de situaciones que involucran comida.
- Miembros de un subgrupo vulnerable de población (deporte profesional, bailarinas, modelos, gimnastas, actrices, etc.)
Dados el incremento de formas atípicas no incluidas en la definición de anorexia o bulimia nerviosas y la falta de herramientas validadas de detección precoz temprana, el campo abierto a la investigación en nuestro medio es muy importante.
Bibliografía
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