¿Has pescado alguna vez? ¿Y en río revuelto? Pues bien, yo tampoco, qué le vamos a hacer. Pero si ya me parece un mundo pescar, hacerlo en aguas “animadas” tiene que ser realmente complicado. Igual casi tanto como hablar de prevención educativa como si fuéramos expertos.
Mi propósito es realizar un pequeño viaje con vosotros por el mundo de la prevención educativa para que, cuando finalice este artículo, el río sea un manantial tranquilo y maravilloso en el que aprender, crecer y disfrutar van de la mano, como dicen los entendidos en pesca.
Sin sensibilización no hay prevención
Empezaremos por establecer un marco en este tema. Para ello tenemos que hablar de sensibilización. Para sensibilizar, no hay nada mejor que datos objetivos incuestionables. Son directos, incisivos y generan gran cantidad de pensamiento, preguntas y también sentimientos encontrados. En un segundo momento, buscaremos un plano más emocional para luego actuar.
Llegados a este punto, aclararos que voy hablar de prevención educativa en TCA (trastornos de conducta alimentaria). Y os tengo que contar un secreto: las 9 claves que voy a exponer a continuación sirven como base para trabajar prevención educativa de cualquier tema/problema que afecta al alumnado de hoy en día (adicciones, acoso escolar, violencia entre iguales, de género...).
Marco actual
Estamos en la era de los likes, selfies, postureo y narcisismo máximo. Un tiempo donde el 43 % de nuestros jóvenes se plantea hacer una dieta al no encontrar ropa de su talla. El 65 % se muestra insatisfecho con su imagen corporal o el 50 % desea perder peso al compararse con sus modelos de referencia televisivos.
Vamos a profundizar un poco más. El 11 % de nuestros jóvenes realiza prácticas de riesgo relacionadas con la alimentación, y el promedio de alumnos en riesgo de padecer TCA es de 1,5 alumnos por aula.
En 2010 cuando buscabas en google Ana y Mia aparecían 403.000 resultados. Si buscabas Pro Ana y Pro Mia 35.800 resultados.
En 2018 cuando buscabas en google Ana y Mia aparecen 92.200.000 de resultados, o Pro Ana y Pro Mia 25.000.000.
Perdonad, que no os he presentado. Ana y Mia son las princesas que te ayudan a llevar tu cuerpo a “otro nivel” de belleza irreal, insana y perjudicial. Ana es la princesa de la anorexia y Mía la princesa de la bulimia. No sé a vosotros, pero a mí estos datos me parecen espeluznantes.
El resultado de lo anterior es que el 6 % de nuestros jóvenes está diagnosticado de TCA, el tiempo medio de tratamiento es de 4 a 5 años, el 70 % se recupera y la tasa de mortalidad se sitúa en torno al 5 %.
Ahora llega la pregunta: ¿te he sensibilizado?... Porque yo llevo un nudo en el estómago considerable. Si la respuesta es no, entonces este artículo no es para ti, porque tú vas a seguir mirando para otro lado, justo lo que no queremos. Para el resto voy a intentar aportar algo de luz al tema de la prevención educativa en TCA.
Corazón
¿Y ahora qué? te preguntarás. Las estadísticas dan miedo y respeto, pero hay una forma de afrontar este tema. Es desde el vínculo, la prevención, la sensibilización y la mirada positiva. Y si queremos llegar a más gente y potenciar un efecto onda os voy a dar la llave:
Todo lo que sale del corazón, al corazón llega.
Cuando trabajamos prevención con adolescentes no se debe hablar en profundidad de trastornos alimentarios. Esto es una máxima. Es decir, se trabajan todos aquellos aspectos que subyacen al tema en cuestión. Aspectos que son caldo de cultivo de aquello que queremos prevenir. O lo que es lo mismo, lo que está debajo del iceberg.
Una vez que se detecta, ya pasamos a otro nivel de prevención (primaria, secundaria, terciaria). Esta premisa es básica para desarrollar el día de mañana un protocolo educativo en TCA o en cualquier tema.
¿Por dónde empezamos? La respuesta es sencilla: en primaria mejor que en secundaria. Y nada de hablar de comida, calorías o princesas sino de emociones, sentimientos, familia, valores, juzgar, culpabilizar, criticar, frustraciones, autoconcepto, autoestima, estilo de vida, mirada positiva… Todos estos aspectos que subyacen al iceberg serán la base en la prevención que vayamos a desarrollar.
Las 9 claves
1.-Eje PFA (Profesorado-Familia-Alumnado)
La prevención tiene que empezar con formación y no se puede entender de otra forma. Necesitamos entender que es un TCA y fomentar aspectos protectores desde el principio.
La formación de la comunidad educativa es necesaria para sensibilizar, y que posteriormente sepan qué mirar y hacer.
Se empieza con profesores, al ser los ojos y oídos del centro. Educamos esa mirada para saber qué hacer y, más importante aún, cómo hacerlo.
A continuación, formaremos a la familia dotándoles de recursos. Son ellos los que mejor conocen a sus hijos y los que muchas veces se sienten perdidos por la complejidad del tema.
El último de este eje, pero no menos importante, el alumnado. Caminamos en una formación desde el vínculo y los límites.
Son claves los programas de ayuda entre iguales. Ya que la mejor forma de ayudar a un joven es con otro joven (mediación, ayudante, mentores, ciberayudantes…)
2.-Actuación PI (Prevención-Intervención)
Son las dos líneas de actuación básicas en el eje PFA. Una no se puede entender sin la otra.
Prevención significa: formación temprana, hablar de valores/actitudes/acciones que emergen, perspectiva positiva y no cultura del miedo, punto de vista sistémico donde su entorno directo es clave y la inteligencia emocional trabajada de forma secuencial será el camino para desarrollar los aspectos anteriores.
También tienen un papel relevante los agentes externos, como son las asociaciones, que tienen materiales, recursos, formaciones o especialistas que estarán encantados de ayudarnos en cualquier momento.
A la línea de intervención le dedicamos el siguiente apartado por el peso del mismo. No podemos ni debemos olvidar que normalmente a final de curso, debemos evaluar el proceso para ver aquellos aspectos en los que podemos mejorar.
3.-Intervención DACS (Detección, Actuación, Comunicación, Seguimiento)
Detección: Son los profesores los primeros en ver con la formación adecuada. O los alumnos formados en ayuda entre iguales los que pueden observar algún indicador preocupante, en otras ocasiones algún compañero les pedirá ayuda. Por regla general, los últimos en enterarse suelen ser los padres.
Actuación: Tiene que existir una persona REFERENTE. Si no, hay que crearla. Normalmente una persona que tiene facilidad para establecer vínculo y confianza con los jóvenes. Dejando claro que no es experto, ni psicólogo, ni terapeuta. Somos acompañantes de un viaje en una etapa clave.
El tiempo y la privacidad deben ser claves. No es un tema de pasillo.
Os recuerdo en esta fase que tenemos que tomar decisiones y acompañar al grupo/clase y amigos/as normalmente con muchas preguntas, dudas y preocupaciones.
Comunicación: La persona referente será la encargada de hablar con el/la joven, tutor, orientación, familia y posibles derivaciones.
Seguimiento: Habrá coordinación de esta persona con equipo médico sin olvidar informar y acompañar a la familia, muchas veces perdida, durante el proceso.
En caso de ingresos hospitalarios o visitas diarias al hospital deberemos coordinarnos con el profesor del aula hospitalaria para adaptar, si fuese necesario, los procesos de evaluación.
4.-Clave TEE (Trabajo en Equipo)
TCA es un trastorno multifactorial que implica una intervención multidisciplinar. Van a intervenir profesionales de ramas diferentes donde es totalmente indispensable el trabajo en equipo para una evolución favorable.
Es necesaria una visión de equipo horizontal donde comparten, crecen y valoran el progreso en sus reuniones periódicas.
5.-El protocolo marca el camino
Sin protocolo tenemos todas las de perder. No podemos depender de la buena intención de una persona, sensibilidad de otra u ocurrencia del tercero.
Todo protocolo debe tener una serie de características: ser camino (similar a los raíles del tren con variantes incluidas), obligatorio, común a la comunidad docente, consensuado, secuenciado y definido previamente.
Un protocolo tiene que generar seguridad, confianza, y profesionalidad a la hora de actuar. No puede generar dudas, ni ser subjetivo. Ante todo, debe dejar claro en qué situaciones tenemos que actuar.
6.-Competencias preventivas del profesorado
Si dedicamos un poco de tiempo a pensar en las competencias que debería tener cualquier profesional docente son bastante obvias. Pero no por ello vamos a dejar de nombrarlas: Observar con formación, escuchar con empatía, actuar de cara siguiendo el protocolo, y acompañar con vínculo sin ir de expertos.
La máxima en cuanto a la prevención es: si no sé qué hacer, descuelgo el teléfono y pido ayuda.
7.-Familia/Centro educativo dos caras de la misma moneda
Tienen que ir de la mano, ya que el éxito de todo lo anterior se basa en esta clave. Si conseguimos que familia y centro educativo vayan al unísono, contando el uno con el otro, trabajando en equipo, sin desconfianzas ni miedo, la prevención será un éxito.
La base debe ser la confianza, la información y coordinación siempre que se pueda, realizando seguimiento y acompañando con la seguridad que nos da seguir los pasos del protocolo.
8.-El Camino
La ruta mental que debemos tener a la hora de hablar de prevención educativa es la siguiente:
Realizar formación profes-familia-alumnos (prevención primaria) y cuando se activa alguna alarma, entonces llega la intervención-colaboración-seguimiento de la mano del protocolo.
9.-Presencia en las redes
Por mucho que guste más o menos, que estemos de acuerdo o no, nuestros jóvenes son digitales y se mueven en ese mundo y con esas claves. Olvidarse de las redes sociales, móviles, internet en general nos aboca al fracaso. Antes, ya apuntábamos datos de páginas Ana y Mía que daban miedo.
Por este motivo, debemos hacernos presentes en las redes tanto el centro educativo con profesores y ciberalumnos formados, como con padres/madres del Ampa. Obviar esta tarea es no trabajar una prevención actual, global y para los jóvenes.
Las 9 claves se pueden resumir en un titular:
Más prevención, protocolo e intervención temprana dan como resultado menos TCA.